¿Por qué seguimos jugando en la cancha de la democracia representativa las comunidades calificadas de “minorías”?

Las identidades supuestamente minoritarias estamos atravesadas también por la diversidad de las luchas y de otras identidades; sabiendo esto, reconocernos con una identidad en singular puede convertirse en una trampa que nos encasille y nos amordace. No sólo somos maricxs, trans, cuirs,lesbianas, bisexuales, entre otras —somos también obreres, racializades, con discapacidades, niñes, mujeres, y más. Nuestras identidades no surgen de una esencia inflexible, de una verdad absoluta; son herramientas tácticas que nos permiten entendernos, buscarnos unes a otres, y accionar políticamente.
En un contexto de arremetida de las fuerzas neo-liberales, vemos algunas instituciones de la democracia representativa, como por ejemplo el voto, como una barricada táctica ante la destrucción de posibilidades políticas o derechos elementales.
Así suene cínico, es la única opción que tenemos ante unas fuerzas avasalladoras. No podemos ceder ante el chantaje moral que nos sitúaen una falsa dicotomía entre “buenos” y “malos”, “demócratas” y “autoritarios”, entre términos que no se vinculan con nuestras realidades concretas.
Hemos identificado, en la próxima batalla por los curules del Poder Legislativo, algunes compañeres de lucha abierta y campal, con quienes podemos directamente promover y estimular el debate para la protección de las poblaciones vulnerables.
Consideramos que la participación es fundamental para dinamizar los procesos de organización y demanda popular. No nos comemos el cuento de la democracia representativa
pero podemos garantizar al menos la posibilidad de dar continuidad a la vida en el territorio del que formamos parte, porque la otra opción es la nada.