Ratzinger (conocido en los bajos fondos como “El Papa”) viene a tirar líneas en Nuestramérica. Las redes sociales se han llenado de gente expresando su repudio (la imagen más común es la del tipo con los rasgos de Lord Sidious escoltado por Darth Vader). Pero hay algunos (homosexuales entre ellos) que acusan de intolerantes a los adversarios papales, arguyendo algo así como que él tiene derecho de ir donde quiera. Y faltaba más, claro que lo tiene.
Lo interesante aquí es que se acuse de intolerantes a quienes están en contra de la Institución Religiosa, como si no hubiese razones para denunciar a la Institución Política que “El Papa” representa.
No tenemos espacio para recordar aquí todos los crímenes de la Iglesia Católica, pero sí para dar un ejemplo de la intolerancia religiosa que sigue azotando nuestros pueblos. En la Ilustrísima UCV, un grupete de religiosos colocan semanalmente un tarantín en pleno pasillo de Ingeniería, con panfletos en los que se pueden leer cosas como que las parejas homosexuales y las mujeres pro aborto son enemigos de la humanidad. Nadie les ha echado agua caliente, ni los ha sacado a patadas, pero si los denunciamos ¿somos intolerantes? ¿No están ellos difundiendo mensajes de odio en un centro educativo? ¿Nos hacemos los ciegos, sordos y mudos para no herir susceptibilidades burguesas? ¿Somos intolerantes si denunciamos a una entidad Política que en nombre de un Dios protege a curas violadores de infantes?
No deja de ser curioso que precisamente los defensores de la Institución más intolerante de la humanidad, nos acusen de intolerantes por expresar nuestra repulsa ante el bochorno de que “El Papa” venga a seguir dando clases de intolerancia a nuestra gente.